Primera Asignación "Josephine" [Año 2008]

- La verdad, no lo sé. Creo que llevo aquí cerca de medio día, pero se me hace eterno... como de costumbre. Je... -una media sonrisa se dibujó en sus labios repentinamente sin afectar para nada a la expresión de sus ojos.

¡Y dale con la verdad! De todos modos, eso no tenía demasiada importancia, ¿no? Cerró los ojos nuevamente intentando recordar algo extraño que hubiese notado o lo que fuera. Pero lo único extraño que había aparecido era ese chico. Aún así intentó recordar hasta el último detalle.

Abrió los ojos de golpe. Esta vez no le sorprendió tanto -igualmente desprevenida-. Todavía no confiaba del todo en ese extraño chico llamado Richard. Entonces ya sólo quedaba pregunar ¿en quién confiaba? No tenía amigos que quedasen vivos. ¿En sí misma? Qué va, ni de su sombra. Reflexionando sobre esto la llevó a preguntarse en qué tipo de persona se había convertido. Un lobo solitario, como dicen por ahí. Los únicos "amigos" que tenía eran un montón de letras impresas es un trozo de papel. El mundo no sabía de ella ni ella del mundo. ¿Qué pintaba allí? Y el día que consiguiese vengarse, ¿qué pasaría?, ¿cambiaría algo?

- Cuéntame algo sobre ti -leerle el pensamiento sería demasiado fácil y un poco rastero, ¿no? Prefería que él fuese quien se lo contase antes de infiltrarse en sus más ocultos pensamientos que no quería que nadie supiese.

"Totalmente solo" resonó en su mente como el eco en las montañas.

- Al menos unos engranajes parecen estar más vivos que unas simples hojas de papel... vulnerables a todo... -susurró para sí.

Él había conocido a sus padres, por lo menos sabía que existían. Pero por más que intentase recordar los rostros de los suyos no podía. Sus primeros recuerdos empiezan en aquella casa entre montañas con un montón de desconocidos que cuidaron de ella como si perteneciera a su familia.

Curvó la espalda y el cuello hacia atrás de modo que quedaba cara a cara con Richard.

- Tienes unas aficiones un tanto peculiares, ¿sabes? -lo miró con cara traviesa y a la vez divertida. Qué tonta, como si eso fuese a servir para ocultar su pena.

- Lo tendré en cuenta para cuando se rompa -le dedicó una de sus más cálidas sonrisas-. No eres tan raro -volvió a su postura normal. La espalda no es tan resistente como para aguantar tanto tiempo en una posición tan incómoda-, de verdad que no. Es mejor ser diferente a los demás que ser una obeja más del rebaño. Eso sí que es patético, no tener un pensamiento propio y dejarse influenciar por los demás.

Su voz sonaba como si estuviese dando una de las más importantes conferencias del mundo, impertubable y solemne.

Él se había sincerado y le había contado cosas personales sobre sí mismo. Supongo que sería por eso que le dijo lo siguiente:

- A decir verdad, yo tampoco tengo padres. No sé si me abandonaron, están muertos o cualquier otra cosa. Y desconozco de la existencia de otros familiares -hizo una breve pausa-. A juzgar por las estaciones, diría que hace cerca de poco más de medio año que me fui de casa -y al decir esa última palabra imágenes horripilantes invadieron su mente y palideció su rostro.

Como un jarrón de agua fría la despertó de sus pesadillas.

"Eso mismo quisiera saber yo..."

¿Sería un abrazo sincero? Ella sentía que sí. Las veces que un hombre la había abrazado había sido para estrangularla, apuñalarla, inmovilizarla para que su compañero la tuviese a tiro, y un largo etcétera. Pero esta vez era distinto. Había algo que hizo que sus mejillas se ruborizasen y no pensase con claridad, notaba cómo le daba calor con su cuerpo -pasado un tiempo en aquella cueva llegaba a hacer frío, y ella tenía bastante-; no sentía miedo alguno, sino seguridad.

Su lucha interna por decidir si confiar en él o no dio fin. Había perdido la razón, desistió. Agachó la cabeza avergonzada por lo que estaba haciendo.

- Tengo frío... -sonó un débil susurro de sus labios.

La chaqueta le estaba grande, lo cual le gustaba -parecía más una mantita-. Ya podía derrumbarse la cueva que moriría feliz. Miró directamente a los ojos a Richard, diciéndole sin pronunciar palabra "gracias de todo corazón". Apoyó la cabeza en su hombro a la vez que la agachaba. Apretó tanto como pudo los labios y los ojos intentando con todas sus fuerzas NO llorar delante suya y que la viese. A pesar del esfuerzo, una lágrima furtiva se escapó surcando su mejilla sonrosada.

Asintió con la cabeza respondiendo a su pregunta.

"Tsk, se dio cuenta."

Llevaba ya casi dos días despierta. A este paso se iba a quedar dormida. Dormir era lo que más miedo le daba en este mundo. Siempre se despertaba empapada en sudor frío, tiritando de miedo y con lágrimas en los ojos. La última vez que durmió bien fue la noche antes de que se marchara de casa. Mantuvo los ojos abiertos todo el tiempo que le fue posible. Si lo que más miedo le daba era dormir, lo segundo era que la gente viese su debilidad.

Seguí abrazandola mientras la miraba, verla de esa forma me hacía recordar que ese era mi primer "contacto" con las chicas, las cuales eran un misterio para mí, bueno eso poco me importaba, solamente me importaba que ella estubiera bien, asi que acerque mi cabeza cerca de la de ella, solamente nuestras frentes se rozaron y cerre los ojos.

En realidad estaba despierto, pero en mi rostro se dibujaba una clara expresion de felicidad.

Creía estar completa en aquel preciso instante. Sin embargo, todavía no comprendía por qué se comportaba así con ella.

- ¿Por qué me tratas así? -inquirió con voz dulce, aflautada, directa como una flecha. No le gustaba andarse con rodeos.

- Es sólo que... Parece que he tenido la "suerte" de conocer solamente a los tipos que creen que matar es un juego más -no sabía exactamente cómo explicárselo ni si había elegido las palabras correctas. Pero dicho de otra forma, en su vida sólo se había topado con los mayores cabrones y malnacidos que hay en este mundo. Por eso le extrañó tanto que hubiese encontrado algo de trigo limpio entre tantas malas hierbas-. No sé si me he expresado bien...

Asentí con la cabeza lo había entendido a la perfeción, un año mas tarde yo entraría en ese grupo, pero en ese momento no lo sabía, si lo hubiera sabido no sabria que haber hecho, enfín hay que asimilarlo...

Mire Josephine fijamente a los ojos e le dije, bastante serio para ser yo:

- Yo odio a ese tipo de gente..., pero tambien entiendo que algunos tienen sus razones para ser así, aunque en realidad solo son meras excusas... - Suspire... - Yo no sere así....

Off: Sorry por tardar >.<

Off: Aleluyaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!! /(TTwTT)/

- Son realmente despreciables... -susurró para sí. En ese momento recordó su cometido, la razón por la que era así ahora-. ¿Alguna vez has oído hablar de un tal... Ayrton Winterborough?

Ayrton Winterborough. Jamás olvidará ese nombre. Se lo proporcionó un tipejo asustadizo al que tuvo que amenazar para que lo soltara. Ayrton Winterborough, el responsable de destrozar su vida y del asesinato de las personas a las que un día llamó "familia". Definitivamente no se lo perdonaría nunca, daría con él y se vengaría. Desde entonces se volvió un poco egostía, en cuanto a su vida. No podia soportar ver cómo mataban a gente y saber que ella podría hacer algo, pero no podía tampoco permitirse el lujo de morir antes de encontrar a su máxime enemigo.